domingo, 6 de marzo de 2011

Colegio de Varones San Ignacio: Andrés (parte 1)

-Debo confesar que si pudiera regresar a un punto de mi vida, seria ahí....A mi colegio.



Hay momentos en la vida que son tan importantes que si lo supieramos, les tomariamos mayor importancia. Cesar no lo supo y por eso ahora, años despues de que haya abandonado el uniforme gris ceniza de San Ignacio, se da cuenta de cuan importante fue para él su paso de cinco años por aquella escuela, de cun importante fueron los rostros, las aventuras, las personas. Sobre todo entiende lo importante que terminaron siendo algunos compañeros de su salon. Si sus años de adolescencia tienen el nombre y la forma de Enrique, su paso por San Ignacio lleva un collage de diferentes caras que a lo largo de su juventud fueron adquiriendo relevancia. Estaba su maestra de Literatura, Natalia, Robert y por supuesto, Andrés...el enigmatico Andrés.



Luego de la partida de Enrique, la vida de Cesar dio un giro de 180 grados. De pronto, el escudo que le había brindado su amor, se vino abajo y a consecuencia de ello, empezó a ver ciertos detalles que en su idilio romantico le pasaron desapercibidos. Fue como despertar de un largo sueño hacia una realidad totalmente desconocida, un mundo que ignoraba o que olvido cómo era. Ni siquiera tuvo tiempo de desperazarse, porque los hechos le cayeron encima, cual cascada. Uno ve el mundo de otro modo cuando está enamorado, y ahora que cupido se había alejado de la vida de Cesar, su universo cambió hacia uno gris, asfixiante, lleno de prejuicios y absurdos secretos. Poco a poco, la pena por la partida de Enrique, se fue juntando con la tristeza insondable que le fue causando el rediscubrimiento de aquella verdad; se encontró solo, se vio desprotegido.

El mundo es difícil para todos, de eso no hay duda, pero si a eso se le suma el detalle de que uno debe llevar sus dias con el hecho de que tiene un gusto poco convencional por su mismo sexo, el lio es tremendo. Y Cesar, con sus quince inexpertos años, y bajo una sociedad muy represiva, no sabía como manejar su condición de gay. Lo era, lo había aceptado con Enrique, pero ahora, sin él, todo era mil veces mas complicado, más lleno de soledad.


Y en medio de ese camino, entró Andrés....


La primera vez que lo vio, le gustó. Sin embargo, con Enrique, lo alejó de su interés, relegándolo al olvido. Hoy, no obstante, que volvía a estar solo y a sentarse en la úlima fila de la clase, como lo hizo antes, comenzó a darse cuenta que alguién le observaba mientras escribía o caminaba por los pasillos de su colegio. Era Andrés, el extraño Andrés cuyos ojos pardos no reparaban en espiarlo con una mirada que atravezaba el pecho a Cesar cada vez que se le cruzaba. Primero Cesar no le tomó importancia, pensó que eran alucinaciones suyas, que todo ocurría en su cabeza. Pero a lo largo de las semanas siguientes, comprendió que algo se ocultaba en las miradas de Andrés, se dijo a si mismo que después de todo no sería descabellado pensar que le encontraba atractivo, o por lo menos, interesante. A las miradas, se le sumaron otros hechos:

-Había ocasiones que se me ponía en medio del pasillo, y otras, las que me ruborizaban más, me dedicaba goles en plena clase de educación fisica.-me contó Cesar

-¿Te dedicaba goles?-pregunté ceñudo.

-Sí, lo hacia delante de mis compañeros sin importarle que lo vieran. Ya para entonces tenía la certeza de que no le era indiferente; la pregunta era cuándo acabaría aquel juego.



Andrés era un muchacho muy extraño. Decoraba su cuaderno con oscuros dibujos, no hablaba mucho con los otros alumnos de la clase, y rara vez se le veía sonreir. Lo más enredado aún, era que aquello no lo volvía en un alumno mediocre, por el contrario, tenía notas sobresalientes y era un excelente deportista. Era por ello que Cesar se pasaba ciertas noches cavilando en posibles interpretaciones a las actitudes de Andres. ALGO SE OCULTABA AHI. ALGO


Y un día, como una respuesta a sus interrogantes, Cesar encontró una nota en medio de su cuaderno de matematicas, al abrirlo una tarde, en su cuarto. Con una letra estilizada y redonda, se leía: ¿Te gustan los atardeceres? , si es asi, te espero a las cinco el viernes en el malecón.


Cesar miro a la ventana de su cuarto...Estaba lluviendo.

2 comentarios:

Thiago dijo...

jaj que romántica y sensible manera de ligar, yo con una nota asi ya me derretiría, jajaj

Cari pero digo yo que el colegio se llamaría San IGNACIO, no? jajaj que con la s y la c, ya sé que por ahi hay mucha confusión, pero el nombre del colegio habrá que escribirlo como es, no? jajaja Era de los jesuitas? si te pillan te matan, jaaj


Bezos.

Sergio Vallejo dijo...

Aunque llego tarde, porque he estado algo liado paso a agradecer tu comentario, nos leemos, besos